miércoles, 23 de mayo de 2007

Las agujas rotas

Esta tarde descubrí que para hacer el tonto está bueno ya. Así que me la creí primero , y lo hice creer después: veo las líneas de las manos y digo cuatro cosas sobre el amor, las cosas duras de la vida, la suerte, el camino sinuoso de las estrellas, las huellas de la infancia en los dedos cicatrizados...Y así maté el minuto que corría hacia el final de su circunferencia digitalizada y virtual: los ojos de los alumnos sobre la superficie redonda de ese planeta de plástico, metal y madera, que cuelga de la pared, como una ventana del universo que no nos revela su paisaje.
Pared, pecho de la distancia. Tic-tac, tic-tac, los relojes de cuarzo no suenan, los relojes de espanto llueven en la tormenta de las palabras. Los libros se cierran, los ojos pasan páginas de parpadeos.
Tengo sueño. Estoy al lado de mi cama y mañana he de volver a caer de ella. Es por eso que después no sé nunca qué hora es: duermo en un reloj y lo dejo exhausto en el silencio.

2 comentarios:

piscis dijo...

Enhorabuena por tu blog. Al otro lado del mundo se hundió el cielo y Dios tuvo que poner un toldo.

De todo se aprende: los coches flotan, por lo menos en la M30.

teresa dijo...

Me encanta. No creo en los relojes siempre me falta tiempo,y se lo tengo que robar al sueño, y la mañana enseguida llega... entonces preparo un té que en tan solo 3 minutos puedo disfrutar de él