miércoles, 30 de mayo de 2007

Nada

Es miércoles por la noche. Les recomiendo imaginar que es domingo y que está por empezar otra semana más. Dejen la melancolía y la culpa en un viejo periódico y tírenlo a la basura. Mírense al espejo, ensayen su gesto más auténtico, rásquense la cabeza, acaríciense, córtense los pelitos de la cara, de la nariz, de las cejas, todos aquellos pelitos que no les gusten. Dense ánimo, ámense, prepárense para deshacer la rutina en miles de oportunas esperanzas. Ya no queda nada por inventar, sólo la originalidad y la decencia. Ciao.

martes, 29 de mayo de 2007

Zoo

Las mustias letanías del sueño, en vez de dormirme, me rebelan contra la luna. Veo esa medalla de plata como un botón en la camisa del firmamento y recuerdo mi asombro infantil, ante la osadía del silencio, acompañando mi miedo en la piel de un río desconocido.
Todo terminó con una infancia dilatada hasta la edad en que cruzaba la ciudad lleno de resignación, con tres libros bajo el brazo, pero sin ninguno para amortizar el desconcierto. La música de la ciudad era ruidos y bocinas, gritos y metrallas de voces muertas en el grito.
Para esas mañanas de invierno, lo mejor era la invención de un zoológico de deseos. Cada uno sería nuevo, y tendría un código de misterio para los ojos curiosos.
Mi zoológico estaba cubierto por una red de ideas y de proyectos, mezclados con gotas de tristezas. Me convertí en el guardián y en el guía, al mismo tiempo era la llave y el candado, la puerta de entrada y la claraboya de cada escondrijo.
Pero los deseos se alimentaron de mí: bebieron mi imaginación, comieron mis palabras, sedujeron a mis ansias y escalaron la palestra de mis objetivos. Un día se fueron de mí.
Cabizbajo, anduve mirando a los ojos a las personas que pudiesen saber el paradero final de mis viejos compañeros. Pero no me atrevía a preguntar. Nadie sería capaz de entender mi pregunta, mucho menos, mi silencio lleno de elocuencia.
Sentado frente al mar, me captaron las olas, una a una las vi formarse en la pleamar y dirigirse como una flecha de agua que flotara en la superficie hasta perderse en la orilla. Y me quedé dormido.
No soñé con nubes de pétalos ni con piedras que se abrieran como huevos revelando su interior lleno de fuego. Soñé con cenizas, con huesos rotos y con cabelleras todavía adheridas a la piel. Vi la muerte de mis deseos, el cementerio de los seres más cercanos a mi alma.
Al despertar volví a ser el que siempre fui: las manos en los bolsillos, las ganas de vivir, una sonrisa para no decir nada más.
Tuve deseo de despertar, desperté. Tuve deseo de tocar, y toqué. Extendí mi mano en una misteriosa mañana cerrada por la niebla. Alcancé una mano fría pero amigable. Tiré de ella suavemente. Poco a poco vi aparecer su rostro, su cuerpo, sentí llegar su olor. Nos reconocimos después de tanto tiempo, éramos viejos conocidos.
-Tengo la puerta del zoológico- alcancé a escuchar, mientras corríamos hacia los árboles y las montañas...

viernes, 25 de mayo de 2007

Casos no tratados en clase

En la vida siempre hace falta un detalle, o sobra alguno. Si de detalles se tratara, es mejor que vayan por sí solos a donde tengan que llegar. Pero han quedado desperdigados por el mundo todos los detalles que nadie recordó, más los que fueron arrancados de cuajo de las solapas de cada oportunidad perdida, de cada regalo rechazado, de todos los labios resentidos, de los besos que mintieron y de las miradas que no dijeron lo que realmente pensaban sus bocas. Han quedado tantos detalles en esquinas, plazas y bares, que conforman un nuevo paisaje urbano, un nuevo sector social y un recurso del estado, un bien de valor incalculable. Ya hay un editor que quiere publicar una enciclopedia de detalles, una especie de compendio de todas aquellas cosas que los seres humanos han acumulado por exceso o por carencia. Llama la atención que la gente habla de detalles en todas partes: en las salas de espera de los consultorios, en los semáforos, en el trabajo, hasta en la cola del pan. Incluso han instalado una cámara y un micrófono en centros estratégicos para que todas las personas de lo deseen, puedan tener el detalle de confesar qué detalle les gusta más que todos o qué detalle están necesitando. Se acaba de abrir una página de avisos económicos en la que unos ofrecen comprar detalles y otros los venden. Hasta se hacen canjes de detalles para toda ocasión.
Los vivos son los que se roban detalles que otros han tenido primero, o que no han tomado en cuenta pero que imaginaron. Dicen que se ha creado todo un circuito informal en el que pasan los detalles de mano en mano, a cambio de monedas o billetes. Hay lugares donde quienes tienen prisa consiguen un detalle perfecto para salvar la noche o la soledad, según. También se ha creado una lista de detallistas, tipos muy preparados en la sofisticación y la excelsitud de configurar un marco adecuado para cada detalle. Qué detalle hace falta, qué detalle ha pensado, qué detalle tiene en mente, qué detalle. Todo lo pueden. Hasta el gobierno está considerando crear una secretaría para acoger críticas en detalles, y propuestas de detalles que contribuyan a la mejora de la calidad de vida. En este detalle se está trabajando arduamente: en que no hagan falta y en que nadie los recuerde. Pero son tantos, que han desarrollado órganos reproductivos que imitan el cariño humano...Basta que se rocen para que se pleguen o se dupliquen, y conforman colonias de detalles adosadas a las cortezas de los árboles y hasta colgadas de las nubes. Algunas naciones quieren apropiarse de los bancos de detalles. Algunos millonarios excéntricos desean apoderarse de todos los detalles: desde los más antiguos hasta los más crudos y en estado incipiente.
La materia prima del detalle está en el descanso, pues es en estado de lascitud que el ser humano se vuelve más considerado y empático. Es en los momentos de silencio, sosiego, calma y encanto, que los detalles se arriman al mejor amigo para susurrar su planteamiento de existencia: antes y después de la siesta, o en medio de la respiración. Algunos dicen haber soñado detalles alucinantes. Cuando narran sus experiencias con detalles femeninos o andróginos, refieren haber conocido algo inexplicable.
Los detalles sobran, sólo hace falta necesitarlos o recordarlos a último segundo, cuando estamos dudando si seguir o no seguir existiendo. Y esto es lo que mata al detalle: la duda.
Pero eso es otro detalle. Ahí está...como decía Cantinflas...

miércoles, 23 de mayo de 2007

Las agujas rotas

Esta tarde descubrí que para hacer el tonto está bueno ya. Así que me la creí primero , y lo hice creer después: veo las líneas de las manos y digo cuatro cosas sobre el amor, las cosas duras de la vida, la suerte, el camino sinuoso de las estrellas, las huellas de la infancia en los dedos cicatrizados...Y así maté el minuto que corría hacia el final de su circunferencia digitalizada y virtual: los ojos de los alumnos sobre la superficie redonda de ese planeta de plástico, metal y madera, que cuelga de la pared, como una ventana del universo que no nos revela su paisaje.
Pared, pecho de la distancia. Tic-tac, tic-tac, los relojes de cuarzo no suenan, los relojes de espanto llueven en la tormenta de las palabras. Los libros se cierran, los ojos pasan páginas de parpadeos.
Tengo sueño. Estoy al lado de mi cama y mañana he de volver a caer de ella. Es por eso que después no sé nunca qué hora es: duermo en un reloj y lo dejo exhausto en el silencio.